Airbag brilló en el Monumental.
Los hermanos Sardelli convirtieron al estadio River Plate en un ring para presentar "El club de la pelea I", su último álbum.
Como en Don Torcuato. Como cuando tocaban en el garage de su casa, lleno de bártulos y las cosas que su padre albañil usaba para trabajar, enredados en los cables de micrófonos, de la guitarra de Patricio, el bajo de Gastón y la batería de Guido. Este 31 de mayo y 1 de junio, no tocó solo Airbag. Sobre ese escenario tocaron Los nietos de Chuck, en dos noches de frío, que casi ni se sintió. Lo dejaron en claro el calor de los pogos del campo y del fuego que largó el escenario; los hombres, y el mismo Patricio cantando Cicatrices, en cuero; las mujeres subidas a los hombres de algunos sacándose la remera, y algunas hasta el corpiño, cuando sonó Colombiana, que también dejó ver a Patricio en cuero. Como también el whisky sobre el piano, que les sirvió de excusa para brindar con José Berrone, el tecladista, y Sebas Roascio, el baterista.
Escribí ese primer párrafo de la manera más formal y clásica de gráfica posible, pero en realidad todavía no proceso muy bien nada de lo que se vivió el fin de semana pasado. Así que, si quieren leer crónicas al estilo Rolling Stone, acá, al menos por ahora, no podrán encontrarlas. En principio, porque es mi primera publicación en Substack. Inexperimentada. En segundo lugar porque, si todavía no encuentro palabras de la cotidianeidad que me ayuden a expresar lo que siento, menos voy a encontrar palabras dignas de un medio gráfico. ¿O esto también cuenta como medio gráfico? Ni idea.
Volvamos al fin de semana pasado. Airbag llenó dos River. Los llenó, no me vengan con la foto tomada estratégicamente para que el campo parezca vacío. El público estaba completamente aplastado en la valla, el lado de Guido estaba repleto, y el de Gastón era el lugar perfecto para verlos y vivir el show. Vivirlo. No solo verlo, porque si sos tamaño minion, como yo, es complicado ver el escenario completo durante todo el espectáculo. En campo, que en los shows de ellos siempre está sin dividir y permite el acceso completo a la tribuna, se disimulaba el frío de la Ciudad de Buenos Aires. El público fue respetuoso, y la mayor parte gritó y vivió cada canción. Seguramente hubo gente que no se sabía muchas canciones, ¡pero bienvenidos sean a esta secta! Se convertirá en el primero de muchos. Ellos son hipnóticos, incluso sin mirarlos, porque estos locos dan shows para gritar los “oh oh” más sentidos de tu vida y desahogarte; para revivir, con solo un solo de guitarra, noches lujuriosas; para reflexionar qué carajo le está pasando a este mundo en manos de hombres puercos jugando a ver quién aprieta primero un botón; para recordar a tu abuela cantando tangos un sábado por la mañana en la cocina mientras ponía la pava para el mate. El estado es cambiante. Las luces cuando se encienden son indicadoras de la canción que viene, y la presencia de un piano, de Frankenstein en el escenario o de una calavera en la cara de algún Sardelli, te anticipa lo que se viene. Te preparás. Preparás el grito de disco disco disco shampein, buscás a alguien que te suba a los hombros o abrís una ronda mientras resguardás tu riñonera. Porque ya se sabe el show que dan. Sabés a lo que estás yendo y tenés la misma fe que se tiene la primera vez que estás camino a verlos. Ojo, posiblemente muchos querrán encontrarse con otra cosa, estén esperando sorpresas. Pero, al menos YO, Fiore espectadora, siento que aunque la dinámica se repita, cada show es distinto. Desde el setlist, que puede devenir en decepciones o alegrías (es subjetivo y tienen 7 discos, nunca vamos a estar todos conformes), hasta si Guido abandona los cargos camuflados y desbloquea un nuevo outfit. Ni hablar de llevarse la sorpresa de escuchar cantar a Gasti, una fortuna.
En una época donde predomina el individualismo, shows cortos y con pocos instrumentos en vivo (después podemos hablar de eso), Airbag presenta un espectáculo en un estadio de tal magnitud durante tres horas, en el que tres hermanos cantan y tocan sus composiciones mirándose a los ojos, como lo hacían hace más de 20 años en bares recónditos o en su casa del Barrio Aviación.
No escribí la crónica de Rolling que me imaginaba, pero no quería dejar de aprovechar esta emoción para estrenar esta cuenta que la tengo creada hace un tiempo, pero no me animaba a publicar. Entiendo que ahora tengo que pedirte que te suscribas gratuitamente a este newsletter para que te llegue como correo a tu mail. Es solo una notificación, te llegan TANTAS al día que una más invitándote a leer mis publicaciones sobre música, no te perjudica en nada. También podés comentar, creo, pero hacelo sin hate porque me angustian las peleas y discusiones (?).
Si vos no fuiste a ningún show de Airbag, haré lo posible para que caigas en este delirio, y para eso, terminaré esta publicación recomendándote que veas los videos subidos al canal oficial de la banda de los shows que dieron en el Estadio Vélez en 2023. Cuando lo hagás, volvé a este posteo para contarme qué te pareció. Vas a querer sacar entrada para el próximo show, que esperamos sea pronto,
Besos, mil besitos.
Fiore.